Así es, ningún encuentro es fortuito y pensar que hay relaciones malas y otras buenas es pensar de manera dual que no tiene nada de malo sólo que es una pérdida de tiempo literalmente porque te condena a vivir indefinidamente teniendo experiencias del mismo tipo y eso retrasa que puedas vivir en paz.
Cuando practicas la auto observación detienes el tiempo, lo colapsas y eso te ayuda a darte cuenta de lo que pasa dentro de ti al respecto del otro; así que cuando conoces a alguien sin importar la intensidad o el tiempo de la relación observa los juicios que emites, necesitas practicarlo porque de entrada tu respuesta seguramente será: "no pienso nada de esta persona o de mi en relación a ella", pero tu encuentro se construyó a base de juicios y creencias que jamás conocerías sino fuera por tus relaciones. No se trata de ser amable o benévolo con la persona sino de ser sincero contigo mismo y colocar todas las cartas sobre la mesa, con práctica y constancia pronto te darás cuenta que esa persona que rechazas o que admiras es un complemento tuyo porque está evidenciando una parte de ti que desconoces, no hay nadie allá afuera excepto tus proyecciones que no son más que juicios que has ido formando en el transcurso de tu vida y que los mismos se fincaron sobre las experiencias de tus familiares y la sociedad en la que te desenvuelves.
Tus relaciones están ahí para ayudarte en tu proceso de autoconocimiento y aunque a veces parezca lo contrario, para hacerte la vida más liviana porque si las valoras como tal te ofrecerán aprendizajes valiosísimos, no existen aprendizajes del tipo: "a partir de tal relación aprendí a no confiar", "después de tal experiencia me volví más inseguro", " A partir de ese momento me di cuenta que no valía nada", estos no son aprendizajes sino bloqueos, conflictos y atorones que retrasan tu viaje por este universo virtual hecho de pensamientos. Todo aprendizaje es liberador y amoroso, y en todos están incluidas al menos dos personas.
Así que en tu próximo encuentro, además de disfrutarlo, fluir y vivirlo al máximo obsérvate y pregúntate: ¿Qué estoy aprendiendo de esto? ¿Para qué estoy viviendo esta experiencia? ¿Qué me muestra de mi? ¿Qué estoy sintiendo, pensando? ¿Qué temo? ¿Qué disfruto? ¿Qué me hace alejarme o acercarme? Verás qué diferente resulta tu experiencia y con cuánto agradecimiento la vivirás.
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