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Cómo amar sin apegarte

Así como has aprendido a escribir, a peinarte y a andar por la calle, así puedes aprender a relacionarte y a amar sin apegarte, nadie nace sabiéndolo hacer, generalmente se aprende con la práctica, a través de ensayo y error, aunque sinceramente no muchas personas cuando se dan cuenta de la tremenda dependencia en la que están metidos, se plantean seriamente la pregunta ¿Podré relacionarme de otra manera? Ese momento eureka en el que descubres algo sobresaliente puede llegarte en cualquier momento e inspirarte para tomar decisiones importantes y cambiar el rumbo de tu vida, de una vida desdichada e insatisfactoria a una más plena, libre y feliz.



El apego, como todo, es una idea, nace del miedo y la necesidad, de la idea de que careces de algo que alguien o algo externo puede darte y entonces cuando crees encontrar esa fuente mágica externa proveedora, te empiezas a sentir vulnerable e inseguro nada más de pensar que puedes perder tan preciado tesoro, te aferras a costa de todo a ella, incluso puedes ver cosas que no están ahí, le adjudicas atributos y minimizas riesgos con tal de no colocarte en la realidad de aceptar que todo es un espejismo.


Y así nos atamos a relaciones con la esperanza de que esa fantasía sea real, creamos dependencias emocionales que disfrazamos de amor y defendemos con una bandera de luchar por lo que quieres, de creer que el esfuerzo que hagas, la paciencia que tengas rendirá frutos. Lo cierto es que una relación que sobrepasa tu dignidad y tu paz no merece que le des un minuto más de tu valioso tiempo, presencia y atención.


Una relación sana no es incondicional, está condicionada a la reciprocidad, a la libertad para la realización personal de cada una de las partes y al respeto de tus principios y valores. Puedes amar a esa persona, pero tomar la decisión de dejar la relación, amar no es aceptar una interacción que te hace daño, el amor es un sentimiento cuya expresión también consiste en mantener el bienestar y el respeto en ambas partes, es un estar por elección, no porque esa relación te da algo que no tienes o porque estás en deuda.


Cuando sientes que tu felicidad, tu paz y tu bienestar depende de otra persona, no es amor, sino dependencia o apego, aunque duela debes tomar acción como un acto de agradecimiento y de amor hacia ti y por el tiempo que esa persona compartió contigo.


Es cierto que una relación sana se construye día a día, con paciencia y cuidado, pero cuando está de por medio tu salud mental, tu equilibrio emocional, tu dignidad, incluso tu seguridad física, el costo es demasiado alto y no lo vale. Una relación sana no requiere de sacrificio, sino de tu tiempo y presencia para construirla el tiempo que a ambas partes les sienta bien. Debes aprender a estar listo para soltar y dejar ir, puesto que los cambios, así como los principios y finales forman parte de la vida; aferrarte es evidencia de miedo y dependencia, pero no de amor.


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