Capítulo 18. El final del sueño
IV. La pequeña dosis de buena voluntad
Ya he mencionado que el instante santo es un pedacito de eternidad del que podemos gozar en la ilusión, gracias a que es un regalo que está garantizado por Dios cuando lo deseas y estás dispuesto, y aunque parezca difícil no sólo de creer sino de lograr, tu deseo y disposición es todo lo que necesitas, no requieres ni de rituales, ni largas caminatas, ni de rezos, ni sacrificios, es algo tuyo y por lo tanto tan sólo necesitas desearlo y una pequeña dosis de buena voluntad.
El Espíritu Santo no te pide nada más, te da todo a cambio de nada de tu parte, no tienes que alcanzar ningún estado de iluminación pues el instante santo es lo que produce dicho estado, mismo que implica tu liberación.
El instante santo es la bienvenida que le das a Dios en tu mente, corazón y experiencia y eres totalmente digno de él tan sólo porque Dios te creó así, si lo sientes o crees diferente entonces te estás oponiendo a Su Voluntad. Eres uno con Él. así que todo lo que Él es y tiene, lo eres y tienes tú, por lo tanto tampoco necesitas fortalecer tu voluntad, porque Su fuerza es la tuya.
Dios tiene un plan que el Espíritu Santo lleva a cabo en la ilusión, no tienes que añadir el tuyo ni ningún otro, no sólo no es necesario sino que es contraproducente, déjalo todo en sus manos y confía; así que tan sólo tienes que estar dispuesto a no substituirlo por el tuyo. De tal modo que, lo único que se te pide es que no hagas nada, más que recibir lo que Dios te regala con el corazón dispuesto y las manos abiertas; ahora mismo podrías alcanzar tu salvación si lo hicieras sin pensar en nada más, sin dudar nada, sin temer a nada.
Tú eres la medida de todo en la ilusión, lo que crees que es posible o más fácil lo será y verás testimonio de ello por doquier, bien pues comienza a creer con todo tu corazón que todo lo que proviene de Dios es fácil y posible ¡Qué esperas para disponer hoy mismo a tu corazón a ello!
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