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Capítulo 6.  El perdón de las ilusiones

III. Las recompensas que se derivan de enseñar

Es imposible no aprender y no enseñar.  Has enseñado muy bien debido al maestro que te respalda, quizás te hayas mantenido al margen de lo que has enseñado pero eso es sólo temporal, pues nadie resiste por mucho la desesperanza y el vacío que enseña el ego.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tanto las creaciones amorosas como las del ego producen resultados inmediatos porque ambas son productos de la misma mente, sólo que las fabricadas por el ego son falsas, sin embargo, las del ego las aceptas más fácilmente, de ellas son de las que tienes más experiencia, pero no importa cuánto demores porque en ti está la garantía del Amor, de sus manifestaciones y experiencias, y basta con una para que en ti nazca la motivación por ir por más.  

Dios, el Espíritu Santo y tú junto con toda la Filiación son un solo Ser, así que a través de tus enseñanzas es que te conocerás y conocerás a Dios.  Todo el dolor, carencia y conflicto que aceptas en tu mente en realidad no puede modificarla porque son fantasías y basta con que los reconozcas como tal para que sus efectos se desvanezcan de tu experiencia.

Eres sólo Amor, lo que conoces de ti que no sea eso, es falso, no eres un ser en conflicto, tampoco estás solo ni mucho menos lo que percibes es todo lo que hay; al contrario, tu percepción es un espejismo conformado por miedo y culpa que te impide ver la realidad, sin embargo en tu experiencia llegará el momento en el que construyas un puente que salve la distancia entre el tú en conflicto y el tú resuelto, hay tanto amor del otro lado que serás atraído y transportado hacia allá en la medida en la que dejes de resistirte.

Por Caanly Hernández Galán

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