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Capítulo 18. El final del sueño
VII. No tengo que hacer nada
El "hacer algo" involucra al cuerpo y el cuerpo sólo es real en el tiempo. Haz un breve recuento de lo que haces a diario y checa qué tanto haces a favor del cuerpo, de su comodidad y protección, y qué tanto haces para fortalecer tu fe en tu Espíritu y así te podrás dar cuenta que aún crees que en efecto tienes mucho que hacer, aunque en realidad el único que hace es el cuerpo, puesto que mientras que el Espíritu Es y el cuerpo hace, la mente unificada crea lo que el Espíritu desea y la mente dual fabrica a través del cuerpo.
Todo lo que crees necesitar, lograr o fracasar es a través de experiencias del cuerpo, el Espíritu no tiene necesidades pues en Él todo está resuelto y como tú eres Espíritu y no cuerpo, por eso No tienes que hacer nada.
Pierde de vista al cuerpo, olvídate de él por unos instantes porque cuando eso sucede tu mente se corrige a la luz de la Expiación y recuerdas quién eres en Verdad, se trata de aceptar el instante santo, el eterno Aquí y Ahora y gozarlo desde el silencio y la expansión que experimentas sin reservas sólo entregándote a la experiencia.
Existen otro par de caminos para alcanzar dicho estado: uno a través de la lucha y el esfuerzo contra el pecado y el otro a través de la entrega a la práctica de la meditación, ambos son posibles pero requieren mucho tiempo; el instante santo en cambio te ahorra tiempo es otro medio para lograr el mismo propósito sólo es necesario que recuerdes que no tienes que hacer nada; aceptarlo, niega al tiempo y así es como el pasado y el futuro desaparecen y será para ti como transitar en una burbuja de paz en medio de una tormenta de estrés y preocupaciones donde está garantizada tu tranquilidad y así es como tendrás claridad mental para que puedas utilizar al cuerpo como herramienta y no sea el cuerpo el que te utilice a ti y te haga olvidar quién eres.
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