Mi hijo es índigo ¿Y ahora qué?
Tus hijos al igual que tú guardan en su psique información de todo tipo: de su alma y sus travesías; de sus padres y de todo el clan, así como de sus miedos e ilusiones al respecto de su descendencia, y de las circunstancias y condiciones en las que fue pensado y concebido, también de lo vivido por sus padres durante el embarazo y después del parto; y finalmente del inconsciente colectivo de toda una civilización y de la sociedad en la que nace y desarrolla.
Tu experiencia como padre y como hijo inmerso en una familia depende de todo lo anterior y de lo que tú hagas con eso. Hemos revisado que un índigo es sólo un alma que ha aprendido y experimentado lo suficiente como para tener una visión más profunda de la vida, que cree que puede transformarla y tiene la conciencia lo suficientemente expandida como para sentirse comprometido a ello y lo hace casi de manera indiscriminada, así que no importa su edad, su género y sus condiciones de vida.
Tu psique absorbe tal cantidad de información de la que sólo eres consciente en un porcentaje muy mínimo, el resto la desconoces y por lo tanto desconoces igualmente las causas de tus decisiones y gustos, así como de tus miedos y anhelos. Pero sí puedes tener pistas gracias a tus relaciones; los miembros de tu familia son almas que están comprometidas a ofrecerte un aprendizaje tan profundo para que puedas dar pasos importantes para tu alma, pero no existen relaciones más desafiantes que las que existen entre la pareja y entre padres a hijos; así que no es de extrañar que si de por sí un hijo te enfrenta a esa información que desconoces de ti y le hace dar un giro de 180 grados a tu vida, un índigo, cuyo propósito es revolucionar conciencias se convierta en tu más grande maestro.
Es cierto que no es fácil ser padre y menos lo es de un índigo, pero esto es sólo verdad hasta cierto punto porque lo complicado de las cosas depende de tu resistencia al cambio y desde esta perspectiva ser padre de un índigo es lo más fácil porque en el momento en el que tú haces lo necesario para desafiarte a ti mismo como ser humano, soltar miedos, salir de la zona de confort y sanar tu alma, le dejas a tu hijo índigo una tarea menos que hacer. De esta manera también dejará de mostrarte con su propia conducta lo que tú debes cambiar, es decir, te haces cargo de tu vida para que él pueda hacer lo propio.
Así que pregúntate ¿Lo que sucede con mi hijo se parece a mí? ¿La conducta de mi hijo es mi talón de Aquiles? ¿La manera de ser de mi hijo cómo se relaciona conmigo? ¿De qué manera lo que sucede con mi hijo me ha hecho una mejor persona? Si alguna de estas preguntas te hace sentido entonces ya encontraste lo que debes trabajar en ti para que tu hijo ya no tenga la necesidad de mostrártelo y sí después de eso, sea lo que sea que él te muestre, cesará. Esto sucede en todas las relaciones, la diferencia es que con los índigo todo es más contrastante.
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