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Capítulo 3. La percepción inocente.

Sección II. Los milagros y la percepción verdadera.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La luz y la oscuridad representan experiencias que todos hemos vivido en alguna ocasión, se viven de manera total y son mutuamente excluyentes, pero sólo las experiencias luminosas son verdaderas y nos ayudan a ser impecables y firmes en nuestros actos porque al ser totales son reales y visceversa.  Una experiencia no procede de lo que percibes sino de cómo piensas lo que percibes, así que para vivir de manera luminosa y amorosa tu percepción también debe serlo lo cual implica que siempre ves lo que es real y nunca lo ilusorio.

 

La percepción inocente es justo percibir lo que es real pues es lo único que existe, saber que tu hermano no puede hacer otra cosa más que lo correcto es únicamente percibir la verdad… Seguramente ya tienes mil dudas en la cabeza con la frase que acabas de leer, pero cuando desaparezcan experimentarás la paz que esto representa y sabrás lo que es Verdad.  Ese es el propósito del milagro, que tú puedas experimentar el amor y la libertad de crear amorosamente, hacer algo diferente es ocupar la mente de Dios para los fines de la separación, pero no pasa nada ya que crear sin amor es crear nada.

 

El milagro te ayuda a ver todo tal y como es: Al error como ilusorio y a la verdad como real, te  restituye tu condición divina que es de perfecta paz.  Sólo deja de tener fe en aquello que te causa dolor o incertidumbre y deposítala en la verdad, la percepción milagrosa es justo creer en lo amoroso aunque no tengas evidencia alguna de ello, así el milagro sana tu mente y te llena de paz y al creer que tu hermano toma las mejores decisiones para tal efecto aunque parezca lo contrario es como recordarás la experiencia de inocencia y paz que es tu estado natural.

 

Por Caanly Hernández Galán

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