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Capítulo 18.  El final del sueño

IX. Los dos mundos

Existen dos mundos, a uno lo percibes y al otro lo conoces; al primero no lo puedes conocer puesto que no hay verdad en él, el segundo al ser ese mundo incognoscible para tus sentidos, sólo lo puedes conocer a través del corazón, de la mente que no razona sino que piensa en Unidad con Dios; es ese mundo que conoces perfecto pero que aunque lo has olvidado siempre está ahí cada vez que niegas al mundo de formas y cuerpos que te trae mensajes equivocados acerca de ti.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cuerpo no puede conocer el otro mundo puesto que no puede conocer nada, tampoco puede expresarlo con palabras puesto que está más allá de todo lo que se puede decir.  Con los ojos del cuerpo percibes dualidades, es por eso que temes puesto que todo tiene su lado bueno y malo y no sabes lo que te tocará, en el mundo hay incertidumbre y es imposible estar seguro de nada.

Todo esto es a causa de la culpabilidad que bajo los lentes de la dualidad es real y que hace ver todo tan difícil, complicado y enredado y finalmente separado, te hace sentirte separado de Dios y de todos, pero basta con que niegues semejante disparate para que veas lo que está detrás y te des cuenta de que eso que parecía impenetrable e inevitable es un velo delgado y frágil del que sin temor alguno puedes prescindir pues todo eso sólo está en tu imaginación. Para deshacerte de ella tan sólo debes corregir el error que representa la culpabilidad a través del perdón, es decir, cambiar de mentalidad, percibir e interpretar diferente por supuesto nada de esto lo haces solo, sino a través del la guía del Espíritu Santo.

El perdón no es el final, sólo hace que todo sea bello, es la fuente de la curación pero no del Amor, por lo tanto no puede crear pero sí corregir tu mente, para que Dios te reciba en su reino y puedas ver con Sus ojos que son los tuyos y al igual que Él puedas crear amorosa y libremente sin temor, duda o culpa.

Todo lo que has transitado, aprendido y desaprendido te conducía hacia Dios, pero cuando llegas a Él ya todo es conocimiento.  Después de haber aprendido todo lo que no es Amor, después de haber quitado toda la interferencia, el viaje termina y te unes a Dios.  La relación con las personas llena de culpabilidad se ha limpiado a través del perdón que deshace todo lo que no es verdad y te conduce hasta las puertas del Cielo donde te espera la Paz.

Por Caanly Hernández Galán

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