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Capítulo 9. La aceptación de la expiación

II. La respuesta a la oración

Ten por seguro que siempre se te responde a tu oración, siempre se te da lo que quieres no en una versión física sino en su correspondencia vibracional, es decir, digamos que quieres sanarte de una enfermedad, quizás pienses en curarte del síntoma pero no en lo que dicha curación traería a tu vida, por ejemplo quizás estés utilizando tu enfermedad para evitarte algún esfuerzo o enfrentar algún miedo, así que curarte te resultaría más temible, por eso no te curas, no porque la curación no pueda ser posible; lo mismo sucede con cualquier otro deseo que tengas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ya todo se te ha dado sólo que aún no le has abierto la puerta, o no lo has escuchado, la razón es que aún te da miedo saberlo o tenerlo, pero no estás consciente de eso; lo que sí es seguro es que el Espíritu Santo no te dará nada que aumente tu miedo; así que conviene que explores más profundo en ti porque siempre ahí es donde encontrarás la respuesta.

Sólo percibe la verdad no importa si es en ti o en los demás, ya que no hay nadie más fuera de ti más que tus proyecciones, aprende a distinguir lo falso de lo verdadero así te apreciarás tal y como lo hace Dios contigo y con todos.

Sólo puedes interpretar todo de dos maneras: como un expresión de amor o como una petición de amor y sólo al dar es como te darás cuenta de que tienes, por eso es que en todas tus relaciones está tu salvación, es decir, tu paz, porque no existe nadie más que tú, más que en tu imaginación por lo tanto eres tú a quien percibes cuando ves a alguien más, por tal motivo conviene que reflexiones acerca de cómo has decidido ver a las personas, si piensas que en tu opinión de él no hay nada tuyo, estarás fomentando la fragmentación de tu mente, si pides guía para hacerte consciente de ti mismo a través de tu relación con alguien más entonces estarás en la dirección correcta para recupera tu conciencia de unidad y estarás ocupando la oración de manera correcta también.

Podrás así mismo ver a las personas tal como son y recuperar tu visión y lucidez, así tus oraciones reflejarán tu deseo por ver las cosas como Dios las ve y no para reforzar la ilusión.  Los errores que cometemos no son nuestros errores sino del ego y el ego no es real para Dios, no seas tú quien lo valide y perpetúe en tu experiencia.

Por Caanly Hernández Galán

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