Capítulo 17. El perdón y la relación santa
V. La relación que ha sanado
Toda las relaciones que tienes en este mundo son relaciones especiales hasta que decides cambiar su propósito de manera consciente. Cuando eso sucede es porque fue una decisión tomada de mutuo acuerdo y además se lo solicitaste al Espíritu Santo y Él acudió a tu llamado sin demora, y en ese mismo instante comenzó tu aprendizaje, porque la relación santa es algo que se aprende.
Es un proceso en el cual al cambiar de objetivo del tuyo al de Dios, surge una gran tensión y eso sucede debido a que la relación tal como era antes no está en armonía con su nuevo propósito, y es muy natural que toda la relación cambie por lo tanto hay que estar conscientes de que la relación jamás volverá a ser la de antes y eso está muy bien.
La tentación del ego y el conflicto que genera el cambio en el objetivo de la relación santa son tan intensas que la única opción para salir de ahí es aceptar que dicho cambio de objetivo se tiene que ejecutar y además tiene que ser de súbito porque de lo contrario el ego encontraría la forma de interpretar cada paso a su antojo. También es muy natural que al percibir tu relación desde el propósito santo, te quedes horrorizado puesto que antes tú le habías otorgado tus objetivos no santos, en este punto la relación puede volverse bastante errática. A partir de ahora te queda tener fe en ti, en tu hermano y en que el Espíritu Santo sabrá guiarte en cada paso, porque el ego tratará de disuadirte y de negociar contigo para que vuelvas a relacionarte de manera no santa.
Sentirás también que no entiendes lo que está pasando, sentirás una sensación de fracaso y ganas de culpar al otro por ello, también una sensación de estar a la deriva, sin un propósito claro, pero espera, ten calma y fe. Tú creías que podrías salvarte y estar en paz de una manera, pero estabas equivocado y no lo sabías, ahora que lo sabes, también debes aceptar que la salvación la alcanzarás justo como te está indicando el Espíritu Santo, así que bendice tu relación y bendices a tu hermano y a ti mismo, pasa por alto sus errores y los tuyos, aprecia sus esfuerzos y agradece que atraviese todo esto junto a ti.
El instante santo, ese pedacito de eternidad, que te llena de paz el alma está aquí para ti, jamás se pierde, pero sí puedes anular sus efectos si atacas a tu hermano y en esa condición no puedes utilizarlo. Por el momento, tienes claro el objetivo, tan sólo te falta ver al miedo sin miedo para que por último puedas aceptar el objetivo a pesar de que el proceso te haga sufrir.
En la medida en la que aceptes y reconozcas los regalos que le has ofrecido a tu hermano por medio de la aceptación de la relación santa, así mismo podrás experimentar los efectos del instante santo que te ayudará a corregir tus errores y liberarte de sus resultados, este mismo proceso te ayudará a hacer lo mismo con toda la Filiación y vivir con alegría y paz al fin.
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