Capítulo 10. Los ídolos de la enfermedad
V. La negación de Dios
Negar a Dios tiene muchas implicaciones que conviene conocerlas y reparar en ellas puesto que así te volverás más observador de ti mismo, recurso indispensable para que cambies de mentalidad con respecto a ti mismo y te liberes de toda creencia discordante de lo divino.
Una blasfemia es negar a Dios y lo que haces al negarlo es afirmar que no provienes de Él, que no estás hecho a Su imagen y semejanza y por lo tanto, que el dolor, el sufrimiento y la enfermedad escapan a Su poder y al tuyo pues tú y Él son uno y el mismo. Al negar a Dios estás abriendo las puertas a la depresión, pues la depresión es aislamiento y de lo único que te puedes aislar es de Dios, pues Él y tú (todos como uno solo) es lo único Real y lo único que existe.
Negar a Dios hace que proyectes esa negación en tu condición de vida, proyectas la ausencia de Él; es decir, la muerte, la enfermedad y la pobreza, pues Dios es vida, plenitud y abundancia. No importa si lo ves en ti o fuera y lejos de ti, lo divino es unificado, es decir, si no es total y para todos no es vida, ni plenitud ni abundancia; es dualidad y el pensamiento dual es negar a Dios y negar la unidad que formas con Él.
Aceptar a Dios es más que creer en Él, es saberlo, conocerlo y ser Uno con Él y es porque lo conoces que puedes negarlo porque no puedes negar algo que no conozcas y como tu pensamiento se dualizó al concebir que es posible separarte de Él, es porque eso que tienes la opción de aceptarlo o negarlo, puesto que la aceptación y la negación forman parte del pensamiento dual.
Aceptar a Dios es aceptar que no tienes que preocuparte por nada pues Él ya te lo dio todo; por lo tanto cuando te preocupas por algo aunque sea mínimamente estás negando a Dios y a ti mismo. Percibirte a ti o alguien más como culpable es una blasfemia pues también estarías culpando a Dios debido a la impecable unidad que formamos con Él; lo mismo sucede con la enfermedad, el sufrimiento o la depresión o la carencia. Nadie podemos estar en esa situación pues Dios no creó nada de eso ni Dios padece de ninguna de esas condiciones.
Si quieres vivir tal como Dios lo dispuso para ti debes contemplar sólo la vida y lo eterno, de otro modo vivirás en el tiempo como hasta ahora, el tiempo es algo que tú elijes vivir, pero siempre puedes elegir diferente, aceptar lo intemporal, lo perfecto y lo inmutable para que sea real para ti y recuerdes al fin quien eres.
Por Caanly Hernández Galán
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