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Capítulo 11.  Dios o el ego

IV. La herencia del Hijo de Dios

Tu herencia no es nada de lo que percibes allí afuera pues no hay nada ni nadie allá afuera; por lo tanto no se te salva de nada sino que la salvación es la idea clara de quién eres y de tu lugar en el universo que es el mismo que el de Dios, de hecho todo lo de Dios Él lo comparte contigo, de ahí que tu paz sea ilimitada; cuando no lo sientes así es porque niegas su paternidad, tu identidad y tu procedencia, es decir, te desconoces y desconoces a Dios, por eso lo que procede es que te dispongas a conocerte a ti mismo y a través del otro sin poner tus intereses personales de por medio que son los únicos que podrían privarte de la dicha, la paz y abundancia, sino sólo el amor con el que Dios te conoce.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La causa y la forma de tu dolor y conflicto no está afuera pero tampoco adentro, es una fantasía, porque Dios no dispuso de algo que a su Hijo le afectara, además las personas con las que te relacionas aunque parezcan ser otros aparte y diferentes a ti es un hecho que en el fondo formamos un sólo ser con Dios, por lo tanto cuando culpas allá afuera a alguien, te estás culpando y señalando a ti mismo, pero nada de eso es real por lo tanto tiene que ser deshecho.  

El obstáculo para que recibas todo lo que Dios es para ti está en tu mente, pero no es real, ese obstáculo es el miedo y la culpa que te tienes a ti mismo y que proyectas en alguna situación o persona, recuerda que no hay nadie allá afuera.

Un Curso de Milagros se refiere a Cristo como a ti en tu estado original, tu recuerdo y herencia en perfectas condiciones, tu realidad está aguardando por ti hasta el momento en el que dejes de tomar decisiones por ti mismo, juzgar y dejar la culpa para así abrigar la paz en tu corazón y descansar en Dios. 

Por Caanly Hernández Galán

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