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Capítulo 9. La aceptación de la Expiación

I. La aceptación de la realidad

Mientras más dividida se encuentre una mente más difícil le será aceptar su realidad inmortal, al aceptarla también acepta la realidad de Dios como propia.  Una mente dividida está confundida y teme de lo que Dios le tiene reservado; con miedo no se puede aprender nada y lo que tú tienes que aprender es a recordar quien eres porque aún no lo sabes, estás tratando de conocer lo que es incognoscible para el cuerpo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Espíritu Santo te ayuda a recordar en la medida en la que se lo permitas, así mientras el miedo va perdiendo terreno en tu miente el amor puede habitarlo, pero es algo a lo que tú debes estar dispuesto.  El Espíritu Santo te ayuda a que reconozcas lo verdadero de lo falso en ti ya que por ahora aunque tu consciencia de ello está intacta, cuando aceptes lo temible tu mente se nubla.  Jamás se te pedirá que sacrifiques nada puesto que todo lo que existe ya forma parte de ti, cuando sientes que algo estás perdiendo, es el ego quien lo siente y la voluntad de Dios y  tuya no es que te prives de algo sino que te regocijes en el todo.  Lo sacrificable sólo se puede fabricar con el ego, pero ya hemos dicho que el ego forma parte de tu imaginación, no es real.

Aún tienes miedo de tu voluntad por eso tus pensamientos son confusos y en la confusión es imposible comunicarse.  Aún temes recibir lo que es tuyo por eso no se lo pides al maestro indicado porque sabes que lo recibirías, en constraste, se lo pides justo a quien no puede dártelo: al ego.  Lo que deseas ya está hecho y el ego no puede dártelo porque él no representa tu voluntad, no es tu voluntad carecer ni fragmentarte, tu voluntad es la abundancia y la unificación.  

Reconocerte a ti mismo es reconocer lo que Eres y deseas, Eres luz y amor, pídelo y se te concederá no hay manera de que sea diferente.  El Espíritu Santo no te puede dar lo que te hace daño porque eso no existe está sólo en tu imaginación por lo tanto no estás perdiendo nada en absoluto y él no puede responderte.  Es una ley que la felicidad te pertenece y es una ley que no puedes cambiar porque tú no la estableciste, fue establecida para ti, por lo tanto lo más que puedes hacer es negarla, pero jamás abolirla, sólo puedes desear lo que ha sido creado porque es lo único que conoces, por ahora no puedes recordarlo porque intentas hacerlo desde el cuerpo y el cuerpo no puede conocer nada porque sus alcances son limitados.  

No puedes crear si aún crees que el miedo existe y es real, por lo tanto o te deshaces de él o no habrá pasado nada en absoluto.  La verdad es algo que sólo puedes conocer si miras dentro de ti, no puede ser percibido sino reconocido cuando te deshaces del miedo y aceptas que sólo el amor es real.

Por Caanly Hernández Galán

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