Capítulo 3. La percepción inocente
Sección 1. Expiación sin sacrificio
Eres un ser digno de ser amado, no temido ni temeroso así que no tienes de qué defenderte o qué atacar sino validar la verdad, tampoco eres malo y no necesitas castigo para limpiar tus culpas o ser muy bueno para ser aprobado en una evaluación moral y divina. Eres digno de amor tan sólo porque Dios te creó con amor y entendamos al amor como lo pleno, lo inmutable y lo abundante, así que no puedes dejar de ser como fuiste creado.
No tienes que sacrificar nada de lo que tienes ahora o de tus creencias ni hábitos, pensarlo así sería validar que en verdad estás perdiendo algo valioso y no es que no lo sea, sino que sólo no es real, no puedes darle un valor a lo irreal. Cuando sientas que ya no estás perdiendo nada porque su valor no reside en un cuerpo físico ni puede ser apreciado plenamente algo cuyo valor nace de una necesidad o sensación de carencia te verás a ti mismo tal cual eres. Tu valía te la da Dios y todo lo que necesitas es a Él, cuando sea a Él a quien veas en todo lo que experimentas entonces serás libre de las ataduras de tus percepciones porque estarás viendo la verdad.
La inocencia a la cual se hace referencia en UCDM está asociada a la fuerza y no a la debilidad, ya que en dicha inocencia se da por hecho tu invulnerabilidad ante las proyecciones que hace el ego, no se sacrifica ni sacrifica nada ni a nadie. A través de la inocencia se acepta la Expiación como la herramienta clave para estar en el mundo reconociendo que no perteneces a él, por lo tanto la inocencia es el estado natural de la mente del Hijo de Dios.