Capítulo 4. Las ilusiones del ego.
Sección I. La enseñanza y el aprendizaje correcto.
Puedes lograr lo que quieres más rápido y fácil de lo que te imaginas, tan sólo si dejaras de pensar en una vida llena de obstáculos; cuando lo haces estás inspirado, te sientes lleno de vida y animado, eso es estar en Dios. Cuando estás en el ego estás des-animado, sin vida y sin inspiración porque tu atención no está centrada dentro de ti.
El proceso de enseñanza/aprendizaje requiere de un Maestro y un alumno. Tú eres alumno y Maestro al mismo tiempo, al igual que todos los que deciden encontrar a Dios, dicha tarea es de tal magnitud que requiere de tu absoluta fe en ti debido a la elevada tarea que te fue encomendada y en tu hermano para que aprenda lo necesario y así puedan ambos tener convicción; también requiere paciencia durante el proceso ya que independientemente de lo que hagan o digan nada de eso establece su valía, porque su valía ya les fue dada por Dios desde el principio. Cuando sientas miedo reconoce quién eres y no permitas que el ego te engañe.
Puedes demorarte en desempeñar tu función pero no puedes escaparte de ella; llevarla a cabo te da paz, alegría y gozo porque constantemente tienes tu atención centrada en Dios y en lo que es real y así poco a poco dejas de creer en el ego y en el engaño de los sentidos.
Cuando comienzas este proceso no vuelves a ser el mismo que alguna vez conociste, ya que aprender es cambiar, esto es absolutamente necesario y es lo que realmente deseas. El ego no quiere cambiar porque tiene miedo de que te des cuenta que es totalmente falso y lo abandones y tú te resistes porque experimentaste el primer cambio cuando ocurrió la separación y temes que el proceso de cambiar y aprender signifique mayor separación, pero es todo lo contrario. De hecho aprender y enseñar son los recursos con los que ahora cuentas para cambiar de mentalidad. El ego carece de la capacidad de tomar decisiones debido a su naturaleza ilusoria, pero tú sí puedes tomar la decisión de dejarle de prestar atención y llevar a cabo la elevada función que Dios te encomendó y a través de la cual podrás gozar de un Hogar digno de ti, el ego sólo te ofrece lo que percibes a tu alrededor.
Toda tu atención debe estar enfocada en sanar tu mente, tu Espíritu no necesita protección ni sanación.