Capítulo 14. Las enseñanzas en favor de la verdad
VIII. El santo lugar de encuentro
El Amor está en todo, nos abarca, está en ti, en mí, tú y todos somos el Amor y es en Amor donde surge el encuentro con Dios, o sea el encuentro contigo mismo. Al reconocerte a ti y al otro como tal, conoces a Dios, ese es el santo lugar de encuentro, un no espacio y un no tiempo en el que estás libre de juicio y de miedo, un instante santo en el que previamente has llevado tu oscuridad al lado de la luz y la luz ha hecho lo que es natural en ella: ha desvanecido a la oscuridad y en esa claridad de mente y de corazón has podido ver como Dios ve, te has podido comunicar con Él sin interferencias y has permitido que la gota perfecta de agua que eres se una al océano del que formas parte para regocijarte en la abundancia que eres y que compartes con todos.
Tu encuentro contigo mismo es el encuentro con Dios por lo tanto debes ser santo porque Dios no te conoce de otra manera y tú no podrías conocerte ni conocerlo con juicios que manchen tu santidad, la cual jamás ha cambiado porque al igual que Dios tú también eres inmutable.
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