Capítulo 15. El instante santo
VII: El sacrificio innecesario
La comunicación es una de las leyes de Dios, lo único que impide comunicarnos es la voz de la culpabilidad, misma que nace del miedo a la supuesta separación que tenemos de Dios y de la que el cuerpo es el símbolo.
El ego basa su poder en el cuerpo quien nos recuerda día a día que estamos separados lo que no nos dice en voz alta es que la condición para no sentirnos abandonados y solos es el sacrificio, que consiste en la disparatada idea de que eres un cuerpo y que para completarte necesitas a otro cuerpo, entonces permites que el ego te engañe y te haga creer que eres lo que no eres lo cual limita la comunicación y reafirma la idea de que debido a la separación eres culpable y debes sacrificarte y conformarte con lo que los cuerpos limitadamente puedan brindarte.
El cuerpo te hace creer que puedes ocultar algo pues el cuerpo se fabricó para ocultar a la culpa; por eso crees que puedes mantener a tus pensamientos privados cuando el contenido de tu mente que es Una con todos te abarca.
El instante santo permite la comunicación pues reafirma las leyes de Dios, te ayuda a recordar que nada está oculto, lo cual te libera de la soledad y al cambiar de mentalidad el perdón se consuma y se extiende en tu experiencia en el mundo.
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