Capítulo 8. El viaje de retorno
Sección III. El encuentro santo
El único encuentro auténtico que puedes tener en el mundo de las ilusiones es contigo mismo, toda relación que tienes representa una oportunidad para que recuerdes quién eres y que lo que tienes todo, porque Dios te ha creado y él se entrega a sí mismo cuando crea; por lo tanto unir tu voluntad a la de Dios es lo único que puede darte la felicidad verdadera.
Cuando deseas las ilusiones del mundo pensando que esto te hará feliz te estas engañando a ti mismo pues no hay nada externo a ti, no hay un mundo allá afuera, tú lo estás proyectando tal y como lo hace un rollo de película sobre una pantalla; proyectas fuera de ti una realidad separada y esto constituye la oscuridad pues nubla y obstaculiza tu visión y tu pensamiento.
"Eres luz" significa que Eres y Tienes todo y de manera ilimitada, no tienes que buscarlo fuera de ti porque no hay un "dentro y fuera de ti"; cuando reconoces que Eres permites que Dios ejerza Su paternidad en ti y así lo puedes conocer. No recuerdas bien cómo es esto, pero el Espíritu Santo sí; así que utiliza tus relaciones para que recuerdes quién eres y te reafirmes al darte a ti mismo a tu hermano (sin miedo) y al recordar quien es él y quien eres tú: Uno y el mismo.
No hay nadie allá afuera, eres sólo tú, cuando lo veas así te será más fácil conocerte a través del otro, de hecho el propósito del plan de estudios de UCDM es que te conozcas a ti mismo. Tus malas decisiones son las únicas que te aprisionan pero como no son voluntad de Dios, en cuanto tú dejes de entregarte a ellas, es decir de darles vueltas en tu cabeza, desaparecerán. Tu función es perdonar y darte a ti mismo tal y como Él se entrega a ti, mientras lo hagas recordarás quién eres tú y tu hermano y quién es Dios. Si lo permites hoy mismo puede ocurrir.
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