Capítulo 13. El mundo inocente
VIII. De la percepción al conocimiento
La causa de tu situación actual se encuentra en tu pasado, al liberarlo entonces ocurre el milagro que es la sanación de tu cuerpo, tus emociones, tus relaciones, tus finanzas y de toda tu condición de vida. Tu pasado lo sanas perdonándolo y lo perdonas cuando dejas de juzgarlo, un juicio puede ser cualquier idea que emitas que valide como real al tiempo ya sea el pasado o el futuro, si liberas al pasado y dejas de preocuparte por el futuro lo único que te queda es el presente, así sí lo puedes disfrutar, pero no sólo eso sino que también puedes tener certidumbre porque la mente se te aclara y de pronto tienes acceso libre al conocimiento, el conocimiento es la respuesta a esas preguntas existenciales que tenemos cuando estamos en crisis, esas que de saberlas nos devuelven la paz que tanto ansiamos, el conocimiento es la certeza de que todo está bien y eres invulnerable al margen de la leyes y condiciones del mundo y el universo. El conocimiento es la quietud de tu mente, en fin el conocimiento eres tú.
Ir de la percepción al conocimiento implica que reconoces que la percepción en sí es tan variable e inestable que resulta imposible sostenerte en ella, también implica que ya has reconocido que en la percepción no está la respuesta pues al ser diferente para cada uno, valida automáticamente el pensamiento de separación.
La percepción y el conocimiento son tan radicalmente diferentes que el único puente que la puede salvar es la guía del Espíritu Santo que te orienta para cambiar tu percepción a una percepción milagrosa la cual no es igual pero se le asemeja mucho a conocimiento, tanto que sólo basta un único paso más para que disfrutes por completo de la Eternidad que te ofrece el conocimiento y ese paso ya lo ha dado Dios pues está implícito en ti porque tú mismo eres el conocimiento, ya que así has sido creado.
La percepción valida la diferencia por mínima o radical que sea entre tú y los demás, pero cuando dejas de practicar el juicio como si fuera la verdad misma de tu vida, comienzas a verte en el otro como uno solo.
De hecho fuiste creado como uno solo, lo único que harás tú es estar de acuerdo con Él y entonces ahora sí disfrutarías de la plenitud y la paz que es compartir tu Visión con la de Dios, una visión unificada
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