Confianza en el Corazón
Mi niña vivió atormentada mucho tiempo, sumida en el miedo, en el pavor de aquella presencia que le quitara su intimidad de manera obligada. De la voz telefónica que decía espiar en cada movimiento sus actos. De la figura paterna que le abandonó. La amenaza y la desprotección le arrebataba el aliento, que supo contener con el tiempo convirtiéndolo en depresión y tristeza, incomprensión del funcionamiento del mundo, falta de confianza, ya no solo en el mundo entero, sino en su propio corazón.
Su belleza, inocencia, gracia y color, los convirtió en una masa densa y gris con la que cargaba a todos lados, ni el llanto le liberaba lo mínimo, ni los aretes en el ombligo, ni el alcohol, ni los amigos que no mantenía a su lado, ni los amantes pasajeros. El suplicio y dolor profundo del alma eran constantes, parecía no tener escape.
Por más que parezca que la oscuridad abarca, siempre hay un resquicio de luz. Ahí puso su esperanza, y solo pedía amor, paz y liberación para su alma. El camino se le fue despejando, los guías y seres de luz prácticamente la empujaron a su sitio, su petición parecía tener ya cerca respuesta, pero siempre tuvo un enemigo al lado. Éste aún mantenía dominio sobre su entereza. Su ego se posesionaba de su tranquilidad, de sus logros, de su luz que a veces lograba permitirle brillar haciendo su labor en el mundo. Y lo batió y combatió durante mucho; se amenaza al hombre con que será para siempre, pero ya no lo creo así.
En su comprensión estuvo, gracias al Espíritu a través de su maestro, que sus experiencias pasadas eran su decisión y elección, solo para brindarle la gran oportunidad de compensarse y encontrar la luz de una vez, vivirla y encarnarla. En profundo agradecimiento, perdón y amor, liberó cada dolor con el que se victimizó durante la mayor parte de su vida. Claro que su ego, estaba más que acostumbrado al surco que hizo durante tantos años, y aprovechando hendiduras tomaba lugar poniéndole el mundo patas arriba una y otra vez.
Incluso le metió la idea del suicidio, con la amenaza de que solo él tiene el poder.
Sólo existe un poder capaz de librar, de elevar, dar luz y sabiduría, de sanar, de crear, es el Amor.
Con Amor, del último ataque (también a muerte) con su ego, un ser luminoso, brillante en todos sus colores sobretodo en el añil, la abarcó con Amor y la sanó.
Mi niña fue a su corazón buscando confianza y refugio, ahí lo encontró. Pero su ego, a cambio de visiones claras y voces nítidas le pidió el secreto. Fue la ultima, la amenaza es clara, si su ego la toma de nuevo, la mata. Porque ni en su corazón está a salvo si su ego aún le enferma la mente y le impide confiar en aquel que el Espíritu puso en su camino para su liberación. Así que confía y ama, y se entrega a la guía, porque su ser y servicio es para un bien mayor para sí y para los demás.
Ya soy una con mi niña, ya puedo entrar en mi corazón y verme como la mujer en madurez que soy.
Ya tengo confianza en mí misma, he perdonado mi pasado, y mi alma poco a poco se va liberando de su historia a través de sueños que salen a la luz, en perdón libero lo que debo dejar ir. Agradezco al Espíritu que me permita hacerlo, me entrego en confianza a mi maestro que me guía amorosamente a mi realización.
No sé exactamente cuál sea el color de mi aura, solo sé que cada vez le brillan más mis colores que son los del Espíritu, porque mi felicidad es completa, mi plenitud se extiende a tal grado que me hace irradiar luz para los que me rodean y mi corazón, en dónde habita el Espíritu, es sabio, y comienza a florecer rociando su aroma a los demás.
Mis principios de vida son: la confianza, el perdón, el agradecimiento y el amor. Me reconozco como una trabajadora de la luz de mi Padre. Estos pasos adelante me han acercado a los ángeles a través de los cuales me ayudo y acero esta ayuda que dan con su mensaje, a los demás.
Aún me estoy ayudando a sanar, pero poco a poco este servicio es y será lo que mi encarnación vino a ser para los demás: amor y luz.
De corazón
Fer