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Capítulo 17. El perdón y la relación santa
VI. Cómo fijar la meta
El Espíritu Santo tiene un propósito para contigo, dicho propósito es simple y su uso es universal, pero lo puedes aplicar de manera específica a cualquier cosa que percibas y a cualquier situación en la que te encuentres.
Por otro lado, el objetivo del ego no es para nada constructivo, ni tampoco sabe lo que quiere de cada situación, de aquí lo incierto de la vida que vives, por su parte, tú puedes determinar lo que quieres esperar de cada situación desde el inicio pues de eso depende su resultado, la idea es que establezcas un objetivo a cada cosa que emprendas de otra manera resultaría muy complicado evaluarla y entenderla. Al hacerlo, también te darás cuenta que te será mucho más fácil desechar aquello que no te lleve al objetivo, así como aprovechar y prestar atención a lo que sí te lleve, además cobrará sentido lo que hagas.
Poner a la verdad como objetivo, te dará cordura y paz, al margen de su desenlace; cualquier situación que experimentes desde el ego te generará miedo, incertidumbre, o sea definitivamente no te sentirás en paz; y creerás que fue la situación y su desenlace lo que te la quitó, en cambio, si le das el objetivo de la verdad a todo lo que emprendas, todo lo que experimentes será de acuerdo a tal objetivo e implica que todos los implicados desempeñarán su papel para lograrlo, creerlo requiere de tu fe.
El ego intentará fragmentar toda la situación con el fin de entenderla, pero a lo mucho logrará tener una paz ilusoria y por lo tanto temporal pues no se puede entender algo separándolo de todo. La salvación viene entonces cuando recuperas y conservas tu fe en la verdad, que es la puerta hacia la cordura y la paz, no importa sino la entiendes basta con que lo desees y abras bien tu corazón y estés dispuesto a la experiencia sin miedo, sino con fe.
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