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Capítulo 14. Las enseñanzas en favor de la verdad.
VII. Cómo compartir la percepción del Espíritu Santo
A los ojos de Dios todos nosotros somos como un platillo ya preparado en el que los ingredientes son diferentes pero indispensables para que su sabor sea exquisito. De tal manera que para compartir la percepción que el Espíritu Santo tiene de nosotros debes concebirnos a todos indispensables y con nuestros matices y tonos aceptarnos a todos por completo, con nuestra luz y oscuridad.
Ya hemos hablado acerca de que lo que no aceptas del otro no lo aceptas en ti mismo, pues bien no puedes separar la luz y la oscuridad que hay en ti y en el otro pues de lo contrario no podrías conciliar los opuestos que ellos representan, reconciliar es unir y para ello debes ponerlos juntos, es decir, acepta tanto la luz como la oscuridad que ves en el otro como parte de ti mismo; cuando las pones juntas una se desvanece ante la otra, la oscuridad siempre se desvanece ante la luz. En esto radica la sabiduría del Espíritu Santo que es la tuya: cuando dejas de juzgar aceptas en ti lo que rechazas en mi, luego entonces ves con claridad.
Piensa en algo que no aceptes como el egoísmo de tu pareja o la hipocresía de tus amigos, quizás tu propia desidia o tus fracasos y di: "así como acepto mi egoísmo, acepto el tuyo", "así como acepto mi hipocresía acepto la tuya", "así como acepto tu fracaso, acepto el mio"; y también hazlo con la abundancia que percibas en el otro y di "Así como acepto tu felicidad, acepto la mía", o "Así como acepto tu éxito, acepto el mío". No importa si no te hace sentido al principio, para una mente dividida la unidad no tiene sentido, pero con seguridad tu corazón se sentirá más liviano, más libre y en paz, dilo tantas veces como sea necesario hasta que sea claro para ti el mensaje porque esto permitirá que el Espíritu Santo comparta contigo su percepción y también que los milagros formen parte de tu vida e iluminen tu mente.
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